Mamacita, esta noche de amorfano,
mi mantra fue tu nombre ,
Y siluetas de colores te construyeron en la oscuridad,
En medio de mi dexcentricidad tus ojos eran todo lo que buscaba,
Pero mis recuerdos memoria y consciencia en cama me revolcaban,
Violentamente,
y poco a poco te vi desvanecerte,
Suerte de muerte presente en este viaje nada elocuente.
Empecé a invocarte con más fuerza y lo único que logré fue ahogarme en mis gritos, y en la inevitable verdad de que repitiendo tu nombre no te iba a encontrar.
Suspiros más profundos que el mar para aliviar un poco la tensión del viaje,
Tabaco tras tabaco va calmandose el jarabe,
Respirar, buen ejercicio,
Niña mía no quiero que te me hagas vicio.
Bastantes tengo ya.
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